12 años después de la muerte del Padre Bernardo Marín, su legado permanece vigente

Por: Equipo Jurídico Pueblos

“…Recuerdo al Padre Bernardo Marín, el Párroco del pueblo, quien denunció con valentía lo que estaba ocurriendo y el 4 de octubre de 1990 escapó milagrosamente de un atentado. Al escapar de la muerte fue entonces judicializado mediante montajes infames y, aconsejado por su Obispo, partió para el exilio donde murió”. (Javier Giraldo, Carta a la Fiscalía: objeción moral y ética)

El padre BERNARDO MARÍN GÓMEZ nació el 9 de abril de 1947 en San Vicente de Chucurí; fue el cuarto de nueve hijos de un hogar netamente campesino.  Siendo muy niño su familia se trasladó a la vereda Quinal Alto del municipio del  Carmen de Chucurí, donde vivió su infancia y parte de la adolescencia como cualquier otro joven campesino.  Cursó sus estudios en el seminario menor de Barrancabermeja siendo ordenado como sacerdote el 1 de diciembre de 1977.

Su opción pastoral, inició como formador en el Seminario Menor de Barrancabermeja; luego fungió como sacerdote auxiliar del padre Nel Beltrán en la catedral del Puerto Petrolero. En 1980 es enviado a Puerto Boyacá donde conoce al Padre Bernando López Arroyave, junto a quien desarrolla una labor apostólica muy comprometida con las comunidades rurales, afectadas no solo por la pobreza y la exclusión, sino también por la violencia. Por su trabajo, ambos sacerdotes recibieron amenazas de grupos paramilitares que apenas empezaban a anclarse en esta región, a la postre conocida como su cuna.

Entre 1983 y 1985 desde la parroquia de San Vicente de Chucurí impulsó y fortaleció la acción organizativa de las comunidades. En el 86 como párroco del Carmen de Chucurí, creó las Comunidades Cristianas Campesinas que hacía parte del Proyecto Nacional Iglesia de los pobres, a través de las cuales inicia un proceso lento pero constante de formación en desarrollo del cual trasmitía y plasmaba una concepción liberadora del evangelio. Promovió la conformación de comités de jóvenes y mujeres y fortaleció las Juntas de acción comunal, formas organizativas a través de las cuales se viabilizaron algunos proyectos colectivos y se idearon otros tantos frustrados años más tarde con la sangrienta incursión paramilitar. Echando mano de expresiones artísticas como el teatro, la música y la pintura, en las que se vinculaban amplios sectores de la comunidad principalmente rural, fluyeron aquellas aspiraciones de nueva sociedad, tan arraigados en los corazones campesinos de su gente chucureña, se generó conciencia política, de clase.

En razón a su compromiso, las amenazas, los hostigamientos, la estigmatización y los señalamientos, la judicialización, los desplazamientos y el exilio marcaron su vida. El 4 de octubre de 1990 fue víctima de un frustrado atentado contra su vida preparado por miembros del Ejército Nacional y grupos paramilitares. Dos días después se vio obligado a abandonar su pueblo natal. Por la misma época, la Fiscalía Regional de Cúcuta inició un proceso penal en su contra por el delito de Terrorismo, basado en testigos falsos arrimados por la Inteligencia militar; siendo representado judicialmente por el abogado defensor de los derechos de los pueblos Eduardo Umaña Mendoza. A la par, enfrentó una campaña mediática impulsada por Plinio Apuleyo Mendoza y Juan Carlos Pastrana, quienes sin recelo lo acusaron de ser miembro de la guerrilla.

Por algunos meses vivió exiliado en Canadá y coherente con su compromiso político desde agosto de 1991 se radicó en Brasil donde se integró al departamento de formación ideológica de Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierras del Brasil –MST-; simultáneamente en la ciudad de Sao Paulo cursó estudios de doctorado en teología, desarrollando su trabajo de grado sobre Camilo Torres Restrepo como precursor de la teología de la liberación en América Latina.

En febrero de 2002 participó activamente en el II Foro Social Mundial de Porto Alegre, donde mientras coordinaba una comisión de trabajo en el mismo, sufrió un aneurisma cerebral; después de unos meses de tratamiento fue remitido a Fortaleza donde estuvo hospitalizado hasta el 30 de julio de 2002, fecha en que murió.

BERNARDO fue un hombre sensible que optó por la causa de los pobres de América Latina. Con su forma sencilla recorrió las veredas de la región chucureña generando en los campesinos conciencia de clase a partir de la lectura actualizada del evangelio; fue insistente en la formación política de las comunidades como elemento central para su liberación integral. Fue testigo de los permanentes abusos de la fuerza pública contra las poblaciones del Magdalena Medio, por lo que nunca dudó en denunciar el terrorismo de estado desde el púlpito. Impulsó en 1987 las marchas campesinas del Nororiente colombiano; el  15 de febrero de ese año muy temprano formó parte de los cientos de Chucureños que en camiones se dirigieron a Patio Cemento en el corregimiento del Centenario a conmemorar los 20 años de la muerte en combate del Sacerdote Camilo Torres Restrepo; allí con sotana y megáfono en mano realizó una homilía en la que daba sentido liberador al cristianismo.

Como párroco del Carmen denunció de manera rigurosa la relación entre funcionarios del Estado y sectores económicos locales con los grupos paramilitares; contribuyó a la documentación de los cientos de homicidios que se produjeron contra campesinos por parte de la estrategia militar – paramilitar. Valientemente desenmascaró el apoyo que suministraba altos mandos de la V Brigada del Ejército Nacional a las estructuras criminales que se gestaban San Juan Bosco de la Verde y que posteriormente fue el modelo que se aplicó en resto del país. Además, como profeta del pueblo advertía que el trasfondo de masacre de los paramilitares era por la apropiación por parte de las empresas trasnacionales de los recursos naturales de esas hermosas tierras santandereanas.

Veinticuatro años después la región del Carmen de Chucurí sufre una grave crisis ambiental; la explotación de carbón a cielo abierto y socavón por parte de la empresa Centromin S.A. que suscribió un contrato de concesión por 24 años renovable en un área de 3.307 hectáreas, ha generado destrucción de santuarios de fauna y flora en el cerro de los Andes; en particular en la Serranía de San Luis produciendo nuevamente desplazamientos forzados de familias campesinas, problemas respiratorios, pérdida de la capa vegetal y afectaciones de las franjas de protección y destrucción de cuerpos hídricos; sumado a la destrucción del proyecto comunitario que los campesinos carmeleños impulsaron desde de las Comunidades Cristianas Campesinas.

El Equipo Jurídico Pueblos hace viva la memoria de BERNARDO MARIN. Asumimos su visión internacionalista desde la solidaridad de los Pueblos que luchan dignamente por una sociedad justa e igualitaria. Donde cayó CAMILO creció BERNARDO, juntos re-viven en los pueblos que luchan en América Latina, quienes compartimos su entrega por la humanidad podemos decir con certeza que el legado de BERNARDO sigue vigente.

Bucaramanga, 30 de julio de 2014.

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